Foto: Observatorio Digital, marcha del 8 de marzo 2022
Por: Florencia Escobedo Torres/ Observatorio Digital.
“Voy a pelear lo que tenga que pelear, no voy a parar, no me voy a callar”
Karen, antes llamada Esther (para resguardar su identidad), es sobreviviente de un intento de feminicidio por parte de su ex pareja Alfredo N, desde el 28 de febrero del 2021, Karen ha librado una batalla legal ante su agresor y también ante las instituciones encargadas de resguardar su seguridad, así como de impartir justicia.
Desde el primer acercamiento que tuvo Karen a las autoridades, hubo omisiones graves que complicaron su proceso y bienestar, pues el intento de feminicidio del cual fue víctima, fue mal clasificado como violencia familiar, un recurso común que utilizan las estancias para negar la violencia feminicida que sufren las mujeres en el estado de Aguascalientes. Karen relata que, durante el ataque, su hija Ameli* estaba presente y sufrió algunas lesiones; este evento sigue afectando la vida de Ameli, quien a pesar de su corta edad aún recuerda el suceso con miedo.
“yo le debo mi vida a mi hija”
Ameli es una víctima indirecta de la violencia sufrida antes y después del 28 de febrero del 2021, pero las autoridades no la reconocen como tal, a pesar de contar con más de un peritaje psicológico y entrevistas que comprueban el daño causado a la niña.
A la hija de Karen al no ser considerada como víctima, no se le ha brindado el derecho de protección, reparación del daño y no repetición. En palabras de Karen, el no considerar a Ameli como una víctima directa o indirecta “invalida su experiencia y violenta sus derechos”, la deja desprotegida.
El 22 de enero del 2023 a Karen le informaron que debido a una omisión por parte de su abogado, era posible que Alfredo N consiguiera visitas con Ameli, pues el abogado que llevaba el caso no presentó una apelación para evitar el contrato, Alfredo N solicito convivencias con Ameli por medio del DIF (Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia); esta situación pone de nuevo en riesgo a ambas, aunque el agresor cuenta con una sentencia condenatoria por violencia familiar, sigue en libertad debido a que la pena fue menor, el miedo de Karen es grande, teme que las instituciones le nieguen la justicia de nuevo y expongan a su hija a convivencias con un agresor.
“Nunca me espere una situación así, el abogado ni siquiera me quiso dar la cara, yo pienso que me vendió, me dejó indefensa, me dejó de la manera más vulnerable” expresó Karen sobre la situación con su ex abogado.
Tras lo sucedido con su abogado, Karen recurrió de nuevo al Observatorio de Violencia Social y de Género de Aguascalientes, que la acompaña en su proceso desde marzo del 2021, de manera jurídica y social.
Las autoridades cuentan con suficientes pruebas para prohibir las convivencias, algunas de ellas son: la sentencia condenatoria por violencia familiar, antecedentes penales, agresiones previas y un precedente claro en el expediente de Karen donde relata que Ameli se encontraba presente cuando ocurrían las agresiones hacia ella, nada de esto le garantizan estar alejadas y a salvo de Alfredo N, Karen ha expuesto esta situación a la juez familiar que lleva su caso, pero fue ignorada y revictimizada con juicios por parte del personal del DIF que cuestionan las razones por las cuales ella no quiere que este agresor vea a Ameli.
“Yo tuve oportunidad de hablar con la juez que tiene el caso de la niña, ella me dice que tiene que ser neutral, que si ella cree que es conveniente que él conviva con ella, lo va a hacer. Yo le dije: estaba bien, sé que tiene que ser imparcial, pero yo soy lo único que tiene y resulta que la persona que usted dice que tiene que convivir me quiso matar, ese es el pequeño detalle.” Narró Karen quien también hizo un llamado a lo cuarto de lo familiar, para que tomen en cuenta todas las alarmas que tienen de este hombre.
“No quiero que el día de mañana le den a la niña a mi familia hasta que yo ya no esté aquí, PORQUE YO ESTOY AQUÍ, ESTOY VIVA” expresó Karen.
En el caso de Karen se han agotado los recursos para obtener justicia y protección, pero la falta de coordinación y comunicación entre las instituciones ponen en riesgo a la víctima y a su hija. Por medio de las y los hijos los agresores encuentran una forma de mantener el contacto y control sobre las madres y sus hijos, ejerciendo violencia vicaria, Alfredo N ha utilizado a su favor la falta de comunicación entre instituciones, así como las omisiones para mantenerse en impunidad y mantener el control sobre la vida de su víctima.
“Ya han muerto mujeres por la falta de empatía, ellos dicen que es que es su papá, cuántas mujeres han muerto en esa dinámica de la convivencia, de no poder parar la convivencia; pues tu agresor sigue teniendo acceso a ti” comentó Karen.
Foto: Ameli, hija de Karen.
La vida ya no vuelve a ser lo mismo.
“Yo no he podido ser la persona que era antes de esto”
La vida de Ameli y Karen cambió para siempre a raíz de la violencia y a consecuencia de la falta de justicia; gracias a que cuenta con su familia ha logrado mantenerse en pie y luchar desde aquel suceso que las marcó, pero aun así Karen no ha podido continuar con su vida de una forma segura, incluso su forma de maternar es diferente.
“Ser mamá en esta situación es muy diferente, mi hija no es como las demás niñas, tiene una conciencia diferente; estos días han sido muy difíciles, pero no puedo parar, uno tiene que estar al cien. Ya no me salen lágrimas, estoy como en shock ; pero a pesar de todo esto tengo que ser mamá” narró Karen.
Su familia y ella aún tienen miedo de que salga sola a la calle, por lo cual siempre la acompañan, nunca está sola y desde el 2021 no ha podido trabajar o retomar sus estudios, la vida que se vive después de una denuncia es desgastante y toma mucho tiempo, está lleno de trabas y procesos interminables.
“Mi vida se encuentra parada, yo no tengo vida, no soy libre, tengo 7 años encerrada, 5 en una relación violenta y 2 en denuncia, la única diferencia es que ya no me maltrata. Nunca estoy sola porque siempre que salgo a la calle voy acompañada de mi papá, mi mamá o alguien más; a lo mejor por eso nunca ha podido hacerme daño o porque me la paso encerrada” contó Karen.
Por algunos meses Karen sintió tranquilidad y se tomó un descanso en su proceso, el dolor de la panza desapareció temporalmente y podía dormir mejor, pero la noticia de la solicitud de convivencia revivió los recuerdos de los episodios de violencia y el sentimiento de incertidumbre regresó a su vida.
Ameli nota los cambios en su mamá, nota que sus nervios aumentan y pasa más tiempo usando su celular, a pesar de que Karen protege mucho la información que su hija conoce de la situación que viven, Ameli comprende lo que pasa a su alrededor, a sus 7 años ella también es una sobreviviente de violencia .
“Mi hija es muy lista, a su corta edad entiende lo que es tener que defenderse, ella sabe que la libertad que tenemos desde que salimos de esa casa nos ha costado. Muchos se han de preguntar que porque hago todo esto, lo hago para que no repita ese patrón” relato Karen.
*El nombre de la menor fue cambiado para resguardar su identidad.
