«¿Dónde está mi hija?»

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Por: Florencia Escobedo/Observatorio Digital

Samanta es una mujer de 26 años de edad originaria de Aguascalientes, que actualmente se encuentra privada de su libertad en el CE.RE.SO femenil de su ciudad de origen. En febrero de 2023, acudió a la unidad médica interna solicitando le colocaran el método anticonceptivo DIU, que le fue proporcionado algunas semanas después, luego de reiteradas solicitudes. Sin embargo, no tuvo la atención de manera pertinente en el CE.RE.SO, debido a que no cuentan con personal médico especializado. Conforme pasaron los días, fue experimentando dolores inusuales y vómitos de los que dio aviso al médico que las atiende en el centro de reclusión, la atención médica fue deficiente e irresponsable en el centro de reclusión, ya que a Samanta le dieron el diagnóstico de «gastritis» y «colitis”.

Un mes después de su diagnóstico, Samanta le comentó a Erick, su pareja desde hace más de seis años, que continuaba con dolor; una enfermera que laboraba en el CE.RE.SO se ofreció a llevarle una prueba de embarazo, misma que salió positiva. Tras el resultado, fue trasladada a un hospital de la ciudad donde le confirmaron que tenía tres meses de embarazo. La atención tardía, y el hecho de no contar con presupuesto para personal especializado, son algunos de los efectos de la discriminación que viven las mujeres privadas de su libertad. Algunas semanas después, Samanta presentó sangrado y dolores fuertes, por lo que tuvo que ser trasladada en varias ocasiones al Hospital de la Mujer, localizado en la ciudad de Aguascalientes.

La Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad de 2021 arrojó que, a nivel nacional, 25.9% de la población de mujeres privadas de la libertad fueron víctimas de discriminación en los centros penitenciarios, el 5.8 % expresó que el motivo de esta discriminación fue su identidad de género.

Al poco tiempo de que Samanta regresara al CE.RE.SO, luego de haber sido llevada al hospital por complicaciones en su embarazo, Erick recibió una llamada de una de sus compañeras de estancia, quien le informó que nuevamente había sido trasladada de manera urgente al Hospital de la Mujer por una amenaza de aborto. Es preciso comentar que a Erick le fueron negados el contacto con Samanta y el acceso a la información sobre su estado de salud tanto en el hospital como en el CE.RE.SO, lo que impidió ofrecerle el apoyo emocional indispensable en estas circunstancias. En el momento que la pudo ver, Samanta le comentó que el personal médico, entre enfermeras/os y médicas/os, la estaban presionando para abortar, diciéndole que su bebé no viviría pues su embarazo no era viable; aunque el diagnóstico oficial fue “hematoma retroplacentario”, a Samanta le hicieron creer que su bebé tenía malformaciones, y le ofrecieron la realización de un procedimiento médico para que abortara. 

Mientras la pareja de Samanta buscaba poder verla, ella estaba siendo víctima de violencia obstétrica en este hospital, de la cual fue cómplice el CE.RE.SO al no garantizar una atención integral y digna. 

“Desde las 7 a.m hasta las 12 p.m me tuvieron ahí insistiendo que me tomara unas pastillas, tres pastillas para abortar y yo les decía que no.”, escribió Samanta. 

Al negarse a interrumpir su embarazo y decidir buscar una segunda opinión médica, la violencia psicológica y sexual se agravó como castigo por su decisión, pues varios elementos (hombres y mujeres) del personal de salud, le realizaron tactos innecesarios y violentos en reiteradas ocasiones, lo que puso en peligro su integridad física.

A pesar de la violencia que sufren las mujeres durante el embarazo, como la que vivió Samanta, en Aguascalientes es inexistente la figura legal de violencia obstétrica, aunque en el código penal de Aguascalientes se hizo una modificación en el transcurso del 2018 al capítulo VIII del artículo 157°, que está señalado como “responsabilidad profesional médica», que incluye la violencia o negligencia a la hora del parto o embarazo por parte del personal de salud. Aunque esta reforma fallida trató de abarcar la violencia que viven las mujeres embarazadas, la falta de conocimiento sobre la violencia obstétrica y lo que implica en las mujeres, queda un hueco enorme dado que no nombra a la violencia machista y feminicida ejercida no solamente por el personal médico, sino también por las autoridades, dejando como resultado la poca visibilización de esta violencia, nombrándola como una llana negligencia.

“Mi pareja logró que me hicieran otro ultrasonido de alto riesgo en la oficina del director, y me dijeron que mi bebé estaba bien. El doctor me dijo que tenía que estar en reposo absoluto y tomar mucha agua para reponer el líquido, me dijo, tienes el 99% en tu contra y el 1% a tu favor, y le dije pues me aferro a ese 1%, me preguntó porque, y le dije que porque es 1% se llama fe”, declaró Samanta por escrito en una hoja de cuaderno.

A Samanta le negaron la oportunidad de quedarse hospitalizada en esa estancia o cualquier otra, a pesar de que su embarazo era de alto riesgo y la recomendación médica fue de permanecer en reposo. Su pareja, al saber que las condiciones en el CE.RE.SO son muy deficientes, ya que no se cuenta con un médico o médica, decidió interponer un amparo indirecto para que Samanta pudiera quedarse más tiempo en el hospital recibiendo atención médica especializada, solicitud que no fue acordada favorablemente por el Juez de Distrito.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad, de las mujeres que no acuden o acudieron al médico, el  22% señalaron que los médicos del centro penitenciario se han negado a hacerles revisiones. Los motivos para las negativas de atención, a las que de manera sistemática apela el personal médico fueron los siguientes: el centro no contaba con médicos, con el 14.7%, mientras que a un 15.8 % le dijeron que no tienen el equipo necesario para realizarlo

¿Dónde está Victoria?

“6:30 a.m del 22 de mayo del 2023, desperté y tenia dolor, le dije a mi compañera de estancia que necesitaba ir al baño, se levantó y me ayudó (…) Empezaron a gritar las compañeras pero nadie llegaba, eran contracciones cada 3 minutos”.
-Samanta 

La madrugada del 22 de mayo, Samanta tenía fuertes dolores, y constantemente le comentaba a su compañera que sentía una presión en la parte baja del abdomen. Después de un fuerte sangrado, entró en labor de parto. Su hija, Victoria, nació en una cama del CE.RE.SO a las 7:25 de la mañana, una hora después de pedir apoyo a las autoridades, con el único apoyo de su compañera de estancia, quien la acompañó entre esas paredes para recibir a su bebé. 

—¡Es una niña! —, le dijo su compañera, quien cuenta con formación en el área de la salud, y rápidamente envolvieron a Victoria en una bata rosa de Samanta ¡Mi bebé se va a morir! —, le dijo Samanta a su compañera, a lo que ella le contestó que la bebé se encontraba bien y que estaba respirando. Llamaron a las guardias, quienes a su vez, dada la falta de personal médico en el CE.RE.SO femenil, hablaron al Dr. Juan Carlos Barnola Ochoa, del CE.RE.SO varonil “Aguascalientes”, quien anteriormente se había negado a atender a Samanta antes de tener conocimiento sobre su embarazo, pues aseguró que ella estaba mintiendo y provocándose el vómito.

El doctor cortó el cordón umbilical y llamaron a la ambulancia, que tardó aproximadamente 40 minutos en llegar. Aunado a lo anterior, la autorización para que Samanta y Victoria salieran del CE.RE.SO tardó más tiempo de lo pensado y además, la ambulancia no estaba equipada para atenderlas. Llegando al Hospital de la Mujer, se negaron a recibir a Victoria debido, de nueva cuenta, a que no contaban con lo necesario para su atención, así que las canalizaron al Hospital Tercer Milenio.

«Me sacaron a las 8:25 en la ambulancia. En el camino, yo le pregunté a la oficial “¿se sigue moviendo mi bebé?”, la oficial le destapó su carita y se la enseñó a la otra compañera y sonriendo, las dos afirmaron que sí», escribió Samanta.

Cuando Samanta fue atendida en el Hospital de la Mujer pudo expulsar la placenta con el DIU, que señaló la médica que la atendió como la causa del hematoma, pues ambos se encontraban en el mismo lugar; el dispositivo fue también la causa de las complicaciones durante el embarazo.
Luego de la expulsión de la placenta, a Samanta le practicaron un legrado a pesar de ser considerado como un procedimiento médico violento y obsoleto por la FIGO (Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia), y por la OMS (Organización Mundial de la Salud).

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2021 del INEGI, en los últimos 5 años, 31.4 % de las mujeres de 15 a 49 años que tuvieron un parto o cesárea, experimentó algún tipo de maltrato por parte de quienes las atendieron durante el proceso de alumbramiento.

Después de que Samanta fuera internada en el hospital, ni ella ni Erick volvieron a ver a Victoria. De acuerdo con la nota médica del servicio de urgencias del Hospital de la Mujer, Samanta fue llevada por “presentar aborto espontáneo séptico, hoy (22 de mayo de 2023) a las 7:35 hrs en el CERESO, obteniéndose producto único, vivo de 410 gr., femenino, el cual llora y respira al nacer y es trasladado del CERESO y fallece en el traslado”.
A Erick le prohibieron nuevamente ver a Samanta.

La tristeza y la serie de injusticias a las que se habían enfrentado desde la detención de Samanta les tenían devastados. Después de la necropsia de Victoria, Erick se vio obligado a recoger su cuerpo en compañía de la mamá y el hermano de Samanta, pues de lo contrario, no le sería entregada a pesar de ser el padre de Victoria, y de contar con la autorización de Samanta.

El informe del estudio histopatológico de la Dirección General de Investigación Pericial General del Estado Aguascalientes, del Servicio Médico Forense, informó el 6 de junio que Victoria “fue un producto de sexo masculino nacido no vivo por hipoxia fetal, secundario a interrupción de circulación materno fetal y presentaba hematomas en el hombro izquierdo y tórax, así como escoriaciones en otras partes del cuerpo”, lo que indicaría que el bebé había nacido sin vida, era de sexo masculino, y presentaba signos de maltrato: ninguna de las descripciones correspondía a las de la bebé de Samanta y Erick. El dicho de que Victoria es un varón, también se encuentra registrado en el Informe Pericial de la Dirección General de Investigación Pericial, aunque el Acta de Denuncia y Reconocimiento e Identificación del Cadáver ante el Agente del Ministerio Público, con fecha del 8 de junio, tiene registrado un feto de cinco meses, de sexo femenino. 

“Es un infierno cada día que amanezco, ver y saber que ya no estás, ya no sentir tus pataditas (…) Me haces mucha falta, hasta para respirar, me duele el hacerlo mi amor. Espero cuando llegue mi hora estés ahí esperando y volver a verte, para ahora sí estar juntas y vivir en la eternidad”, escribió Samanta en una carta dirigida a Victoria.

Samanta no sabe qué sucedió con su hija, Victoria, pues la necropsia dice que tuvo un varón que no respiró al nacer, que presentaba golpes (hematomas) y escoriaciones, pero aquel 22 de mayo, con ayuda de su compañera, Samanta parió a su hija viva, a quien nombró Victoria. Las violaciones a derechos humanos que sufrieron Samanta y Victoria son consecuencia de la violencia y omisiones sistemáticas del sector de salud y del sistema justicia que afecta a las mujeres privadas de su libertad. Estas violencias fueron permitidas y perpetuadas por el personal del CE.RE.SO femenil, por el Hospital de la Mujer, el Hospital Tercer Milenio, Servicios Periciales, la Fiscalía General del Estado y las instancias de investigación, pero también por aquellas autoridades e instituciones que fueron omisas y guardaron silencio ante la denuncia de estos hechos, como ocurrió con el Centro de Justicia para Mujeres, la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la Comisión Estatal de Derechos Humanos.

Al día de hoy, en conjunto con el Observatorio de Violencia Social y de Género de Aguascalientes, quienes llevan el acompañamiento del proceso de Samanta y Victoria, se mantienen las exigencias de verdad y justicia, intensificando las preguntas sobre el paradero de Victoria. Además, surgen interrogantes sobre la identidad y origen del bebé varón entregado a la familia de Samanta y Erick: ¿estaba en posesión de la Fiscalía General del Estado de Aguascalientes, o fue entregado por el Hospital Tercer Milenio?

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